Es curioso, estoy sentado, escribiendo estas líneas, escuchando The Beatles (siempre los escucho) y pensando qué diablos puedo poner para expresar todo aquello que llevo guardado en aquellos misteriosos caminos que se entreveran y que conocemos como sentimientos y pensamientos.
Comezaré por escribir que todos estos días han estado llenos de cargamontones (y no de saldo de celular precisamente), preocupaciones, sorpresas, responsabilidades, placer, dolor, cigarros, alcohol, música, música y siempre música. Solo me hacían falta las letras, aquellas amigas que se conjugan, que se arman como un rompecabezas extraño y equívoco.
Me gustaría poder resumir todo aquello que ahora mismo siento en unos cuántos párrafos, en un texto magistral o en un perfecto soliloquio; sin embargo, esto es lo mejor que puedo hacer por ahora: limitarme a escribir lo que siento, sin ningún tipo de norte o sur.
Sé que como yo, muchas personas a veces reprimen demasiado esas incontenibles ganas de mandar al carajo todo, de gritarle al mundo que no necesitamos de su lástima ni de su hipocresía global; estamos ante una situación de "acumulación de hostilidad", síntoma premonitorio de una locura ¿sana? y de un lucidez ajenamente extraña.
Ahora mismo vuelvo a releer todo lo que he escrito en las líneas pasadas y me pregunto ¿por qué demonios escribo todo esto si es muy probable que nadie me lea o que les parezca trillado todo el "orden" que este texto tiene? ¿Es acaso justificable redactar una serie de locuras sin mucho sentido, solo para sentirte un poco más aliviado que antes?
Si hablamos de derechos, de deberes y de libertades; estaríamos arañando los linderos de la sinrazón universal que llena todos los espacios y los temas de interés del mundo. ¿y quién no quiere darse de cara contra lo extremos?
A veces, solo unas cuantas palabras bastan para sentirse mejor, mucho mejor ¿y cuáles son?
Todo, absolutamente todo, pasa...