Ay el dolor, el dolor
Es un dulce veneno que te quema la garganta
Que te arranca la alegría
Que germina en soledad
El dolor es esa espina negra que me encontré en el suelo
Que se incrustó en su mirada
Que me llena de alegría cada vez que la veo
El dolor que sangra, el dolor que me alimenta
Y mis lágrimas corruptas, mis sueños pisoteados
Mi mundo hecho trizas, mi sonrisa más falsa que nunca
Mis complejos a flor de piel, mis debilidades escupidas en mi cara
Mis manías intricadas, mis dudas más certeras, mis deseos más privados
La dignidad retaceada, el orgullo mal pintado
La alegría es un viejo recuerdo que apesta a ingenuidad
Y mis manos que tratan de cogerte en la oscuridad
Sabiendo que tú, hace tiempo, ya no estás más