sábado, 20 de noviembre de 2010

De la inocencia

Sutil y lívida en los niños
Ausente y mancillada en quienes ya no tiene sueños
Un licor prohibido que gustamos beber
Un perfume parisino que solemos derramar

Blanca y transparente
Como el más suave encaje en tus piernas
Dulce y embriagante
Como la miel de mil panales infinitos

Ya no quedan las cenizas
De ese cuerpo tan herido
Y te extraño madre mía, te extraño
Para ver en tus ojos y seguir siendo un ciego

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