Ausente y mancillada en quienes ya no tiene sueños
Un licor prohibido que gustamos beber
Un perfume parisino que solemos derramar
Blanca y transparente
Como el más suave encaje en tus piernas
Dulce y embriagante
Como la miel de mil panales infinitos
Ya no quedan las cenizas
De ese cuerpo tan herido
Y te extraño madre mía, te extraño
Para ver en tus ojos y seguir siendo un ciego
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