Sin embargo, había algo que nos faltaba, algo que anhelábamos y que siempre, siempre estaba presente en nuestros delirios de jóvenes conquistadores: acceder a la interescolarización.
La fama de las chicas del San Antonio de mujeres era bien conocida. Se decía que eran las chicas "ya no ya". Y en realidad había de todo. También mirábamos secretamente a las chicas de nuestros clásicos rivales.
Muchas de las chicas concordianas eran vitrina de nuestro distrito. Siempre, en los desfiles interescolares, los hombres nos derretíamos por muchas de las concordianas. Yo no podía evitar dejar de mirar y de reconocer a mis antiguos compañeros y amigos; sin embargo, nunca te vi, hasta que el bendito facebook nos reencontró. Pero esa es otra historia.
No fue sino hasta el Convivio que recién pudimos alcanzar nuestro tan ansiado deseo. Todos nos dimos cita en el portón de cole. Algunos iban por curiosidad; otros, por un misterioso y reciente fervor religioso. Muchas chicas iban porque querían volver a ser impías, pero todos los de mi grupo íbamos por algo más: la concentración de chicas de otros colegios y sobretodo, porque la sede del Convivio de ese año sería ¡El San Antonio!
Fue ahí donde conocí a Mónica.
Y a partir de ese entonces, nunca volví a ser el mismo.
Continuará?
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