miércoles, 19 de mayo de 2010

Viejas Historias III

Como lo dije, Mónica llegó a mí en una época dorada.

Y llegó para volverla gris.

Alumna de media tabla, segunda de tres hermanas, medio amiga, medio madre y amante regular; Mónica se caracterizaba por mostrar una especie de equilibrio innato. Todos sabíanque Mónica era totalmente imparcial. Cuando ella opinaba, siempre su posición era no afirmar ni negar nada. Para variar, era agnóstica.

Me confesó su agnosticismo el último día del Convivio, bajo la tenue luz de la pira que prendieron en medio del gigantesco patio, los ¿pastores? del célebre evento religioso.

- Cuando veo esta fogata, me imagino que dios debe estar tomando un baño
- ¡Pero qué cosas dices, Mónica!
- En serio, pienso que dios está tomando un baño
- ¿Y por qué dices que dios está tomando un baño?
- Porque el fuego es sinónimo de furia, y si dios existiese, no habría furia en la gente, se evitarían las guerras, los asesinatos, las violaciones. El fuego es la forma física de toda la violencia y el poder destructivo que existe en esta realidad.
- Tú sí que me dejas sorprendido. Lo que no entiendo es por qué viniste aquí si no crees en dios
- No es que no crea en dios, lo que pasa es que no sé si existe o no y hasta que no me demuestren lo contrario, seguiré así. Hay gente que cree que puede convencerte leyendote pasajitos de la biblia o hablando como pseudoprofetas. Las cosas no son así, o das un argumento válido, de peso o mejor no dices nada
-Supongo que tienes razón...

El bichito de la desconfianza había sido sembrado en mí.

Continuará...

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